Por Jacqueline Patricia Cabrera J.
Para enseñarles a los niños el valor de la verdad o la importancia de la honestidad, los adultos recurren a historias ficticias que les sirvan como ejemplo de cuáles serían las posibles consecuencias de decir mentiras, como la clásica historia de Pinocho, el famoso muñeco de madera cuyo único deseo era convertirse en un niño de verdad. Todos quienes crecimos con historias fantásticas de Disney reconocemos la icónica escena en donde un hada castiga a Pinocho haciendo que su nariz crezca cada vez que dice una mentira. Muchos de nosotros incluso aprendimos a relacionarnos con la honestidad a raíz de la frase: “Si dices mentiras te va a crecer la nariz”, razón por la cual pensábamos que reconocer una mentira en el acto sería realmente evidente.
Lamentablemente, no nos dijeron que no existe una forma sensorial y fácil de comprobar cuando alguien nos está diciendo la verdad o cuando no, y que muchas veces – por no decir siempre – es necesario utilizar nuestro intelecto y pensamiento crítico para discernir entre la realidad y la ficción. (más…)