Ensayos


Por Jacqueline Patricia Cabrera J.

Para enseñarles a los niños el valor de la verdad o la importancia de la honestidad, los adultos recurren a historias ficticias que les sirvan como ejemplo de cuáles serían las posibles consecuencias de decir mentiras, como la clásica historia de Pinocho, el famoso muñeco de madera cuyo único deseo era convertirse en un niño de verdad. Todos quienes crecimos con historias fantásticas de Disney reconocemos la icónica escena en donde un hada castiga a Pinocho haciendo que su nariz crezca cada vez que dice una mentira. Muchos de nosotros incluso aprendimos a relacionarnos con la honestidad a raíz de la frase: “Si dices mentiras te va a crecer la nariz”, razón por la cual pensábamos que reconocer una mentira en el acto sería realmente evidente.

Lamentablemente, no nos dijeron que no existe una forma sensorial y fácil de comprobar cuando alguien nos está diciendo la verdad o cuando no, y que muchas veces – por no decir siempre – es necesario  utilizar nuestro intelecto y pensamiento crítico para discernir entre la realidad y la ficción. (más…)

Por Angie Carolina Tovar Casallas

Pensaba en cómo era yo hace 16 años ¿Tu recuerdas cuando eras niño? ¿A qué jugabas? ¿Quienes eran tus amigos? ¿Tenias miedos? Yo si, muchos… ¿A qué edad entendiste la muerte? Yo la entendí a los 6 años con la muerte de alguien a quien amaba mucho; desde entonces le temo, le temo mucho. Siempre le preguntaba a los adultos qué había después de la muerte tras esperar por mucho tiempo para volver a ver a mi tía porque mi padre me había dicho en su entierro que nos encontraríamos de nuevo en otro momento, pero ese día nunca llegó. Entendí que una vez que mueres no vuelves más físicamente, que él me mintió quizás para protegerme, para no hacerme sentir mal, para hacerme más llevadera su partida, pero comprendí que de nada sirve mentir u ocultar la verdad, pues al final esta siempre sale a luz.

Recuerdo a esa niña tan inocente y atemorizada, y luego pienso en ella en otro escenario,  en medio de la selva colombiana, en un campamento guerrillero, al que fue llevada por la fuerza o con engaños y mentiras, donde tiene que hacer cosas que no quiere y que no debería estar haciendo. (más…)

Por Yago Quiñonez

Tenía once o doce años y estaba a punto de empezar una carrera profesional en la mentira. A media mañana tenía que dar un examen que por algún motivo no había preparado. Pero mi problema era que no existía ninguna razón válida para no haberlo hecho. Fue entonces que se me ocurrió un plan maestro. Un poco después de entrar al colegio, pedí ir al baño. Tenía que quedarme ahí un rato, lo suficiente, mucho, solo, demasiado (teniendo en cuenta  que dios todavía no había inventado los celulares), hasta que se activara el mecanismo. Alguien vino a preguntarme si me sentía bien, y entonces pude decir mi gran mentira: “no”. Después me preguntaron si quería que mi mamá me venga a buscar, y dije que sí, pero eso ya no era mentira. Quería que me saquen de ahí. (más…)

Por Facundo Díaz

La ley 11.723 de Régimen Legal de la Propiedad Intelectual condenó a otro hombre a la eterna merma de la imaginación. Adueñarse del dolor solo sirve para ganar dinero. Esta ley, como tantas otras, preserva el poder y la codicia, y castiga el intento que hacemos algunos por seguir soportando la existencia. Me pregunto qué corno sabrán de literatura los hombrecitos de saco y corbata que se sientan en la silla de juez; qué peligroso se torna el mundo cuando nuestro mismo orden nos desordena. Un economista no entiende porqué gastar dinero en reparaciones sociales y un cientista social no concibe la importancia del dólar. Un abogado no entiende de imaginación, de arte, de literatura, de innovación, de necesidad. Un escritor, al contrario, no puede vivir sin ello. Estamos perdidos. (más…)

Por Guillermo Kozlowski

1.La autora, la novia, la madre

En estos tiempos que corren, los tiempos del capital al poder y el pueblo al deber, la triada “autora, novia, madre” es como una brochette. Las tres van juntas, atravesadas por un mismo pinche y cocidas al mismo fuego. El capitalismo es una cosmovisión consolidada en el siglo XX y posiblemente lo siga siendo durante el XXI. En y por él se ha establecido una forma de construcción, entendimiento y relación con todo. Desde un libro, hasta una carta de amor. Lo mismo con las relaciones entre las personas. Desde una novia, hasta una madre. (más…)

Por Sofía Chiodo

 «La humanidad debe gran parte de sus desastres al primero que

cercó un terreno y dijo: esto es mío. Los desastres se hubieran

evitado si algún hombre hubiera gritado a sus semejantes:

¡No creáis a ese impostor; os perderéis si olvidáis

que los frutos son de todos y la propiedad de nadie!»

Jean-Jacques Rousseau

 

En La Puntilla, un pueblo de la provincia de Catamarca, el abuelo de mi Mamá había ganado fama por la fabricación de una llameante bebida blanca conocida como aguardiente. Había en esta preparación, que brindaba a sus nietos como una protección contra las enfermedades, una esencia que la hacía especial al gusto. Más allá de esta incuestionable generosidad, mi bisabuelo fue dadivoso con la fórmula. A todos los que se acercaron interesados en reproducirla se las brindó con una sonrisa amable que se dibujaba en su rostro de rasgos ingleses. De esta manera, Marceliano Fuenzalida fue conocido por ser el creador de un sueño etílico y también por su desinterés y grandeza de carácter. (más…)

Por Lucía Arenas

Siempre disfruté andar en bicicleta, especialmente cuando era chica. No sé exactamente por qué, pero el lugar que más me gustaba recorrer era el pueblo donde vivían mis abuelos. Creo que está relacionado con la llanura entrerriana, con el hecho de que no hay mucho para ver, más que pasto, árboles y algunos animales. Hoy pienso que este tipo de geografía incita al pensamiento y entiendo que es ese el motivo por el que siempre me gustó andar en bicicleta. En mis viajes yo pensaba, imaginaba, crecía. El andar era tranquilo, y yo buscaba esa tranquilidad. (más…)

Por Luciana Ruarte

“Es triste dejar sus pagos/ Y largarse a tierra ajena/ Llevándose la alma llena/ De tormentos y dolores / Más nos llevan los rigores/ Como el pampero a la arena”, recita el gaucho Martín Fierro. Nada más acertado para ese momento de la vida en que uno debe alejarse del lugar al que siempre perteneció, de su ciudad, de su casa, dejarlo todo esperando volver y encontrarlos intactos. Claro que hay una gran diferencia con el gaucho, porque yo sí tenía otras opciones y pude haberme quedado allí, con mi familia, en mi ciudad, en mi cama, con mi perro, con el viento, con mis amigos. Pero no. Decidí dejar todas esas cosas para estudiar en Buenos Aires, no sin antes disfrutarlas como si fuera la última vez que estaba con ellas. Y, aunque al volver en vacaciones las recupero y me las apropio con entusiasmo porque se que volveré a dejarlas en poco tiempo, en el fondo asumo que ya no es lo mismo. Nada será lo mismo que antes de haberme ido. Las cosas cambian, la vida cambia, las personas cambian. Es un devenir al que no puedo oponer resistencia, nadie puede hacerlo. Por más que intente dejar todo como está y, al volver, espere encontrar todo tal como lo dejé, ya no será lo mismo. Entonces me pregunto: ¿existe “volver”?, ¿Se puede “volver” realmente? (más…)

Por Yamila Di Filippo

Decidir implica mucho más que elegir una de las opciones disponibles; es hacerse amo y señor de esa elección, es renunciar a las demás posibilidades, incluso sin tener la certeza de estar eligiendo correctamente, siguiendo, en algunas oportunidades, el instinto, y respondiendo, en otras, a esos extraños dictámenes del corazón. A menudo pienso en esto y no puedo evitar preguntarme si la decisión tiene allí su final, una vez tomada.

Cuando pienso en los caminos recorridos, en las elecciones y los riesgos que las personas toman en general, me viene a la memoria el recuerdo de mi abuela. La nona se embarcó hacia la Argentina en 1953 junto a mi tío Giuseppe, tras haber permanecido sobre las líneas de fuego italianas durante la más nefasta de las guerras mundiales, la segunda. El nono había venido un año antes para conseguir trabajo y les envió un par de pasajes en cuanto tuvo un poco de dinero. (más…)

Por Luciana Rey Leyes

Resulta extraño observar una hoja en blanco y desear plasmar en ella todos mis pensamientos, o al menos aquellos que hoy y ahora quisiera dejar en claro. Apenas la palabra “viaje” fue mencionada en la clase, su cálido rostro vino a mi mente. Nahuel es mi mejor amigo: no, no es mi novio, como así lo quisieran muchos… Sus papás, mis papás, o algún que otro vecino ya nos ha preguntado al vernos juntos: ¿ustedes son pareja? Pues lo cierto es que no lo somos, simplemente somos amigos incondicionales desde hace muchísimo tiempo. Él está ligado a la aventura viajera, definido por una manera especial de enfrentarse al mundo; en otras palabras, él es especial. Pero no es mi intención hacerlo sentir como tal, dado que muchas veces he encontrado así su lado egoísta y egocéntrico que ansío arrancar de su alma.

 

En este momento, Nahuel se encuentra en algún país de Asia, o de África…no estoy segura. El punto es que a fines del año pasado partió a Nueva Zelanda en busca de nuevas experiencias. La diferencia de ese viaje con los anteriores fue su duración: abandonó la ciudad de la furia por un año entero para realizar recorridos exóticos, conocer personas inesperadas, encarar un porvenir incierto. (más…)

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